Copos de algodón
empañan el brillo
de las semillas de mamón
árboles generosos
que dan sombra
a la tierra que gime
sedienta
anhelando caricias
de gotas del cielo
que se escapan
barridas por el viento.
La calle angosta
de altas aceras
es mudo testigo
de este juego infantil.
Nubarrones que envuelven
rocío que se esfuma
polvareda que esconde
las mudas lágrimas
de la niña
que no puede ver
a través de una cortina de llanto.
Un gran portón cruje
da paso a la alegría
el reencuentro anhelado.
Ya la tierra no gime
bailan sus piedrecitas
acompañando el abrazo
que ilumina
aquel patio brillante
donde los dos se abrazan
bajo el frondoso taparo
expresando su amor.
empañan el brillo
de las semillas de mamón
árboles generosos
que dan sombra
a la tierra que gime
sedienta
anhelando caricias
de gotas del cielo
que se escapan
barridas por el viento.
La calle angosta
de altas aceras
es mudo testigo
de este juego infantil.
Nubarrones que envuelven
rocío que se esfuma
polvareda que esconde
las mudas lágrimas
de la niña
que no puede ver
a través de una cortina de llanto.
Un gran portón cruje
da paso a la alegría
el reencuentro anhelado.
Ya la tierra no gime
bailan sus piedrecitas
acompañando el abrazo
que ilumina
aquel patio brillante
donde los dos se abrazan
bajo el frondoso taparo
expresando su amor.
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